
Durante los últimos 10 años, Dios nos ha llevado a caminar con misioneros en el proceso para salir al campo misionero. Hemos participado con amor en procesos de coaching, en la elaboración de presupuestos y en actividades de entrenamiento. También hemos reído y llorado con ellos en el ámbito personal.
Cuando logramos enviar a un nuevo misionero al campo, nos sentimos felices y experimentamos un sentimiento de logro; sin embargo, también surgen dudas sobre su llegada y su permanencia en el campo. Sabemos que Dios va delante de ellos (Deuteronomio 31:8), sin embargo, como iglesia y agencia misionera, anhelamos cuidar de estas ovejas que son enviadas en medio de lobos (Mateo 10:16).
En 2022, Dios comenzó a mover nuestro corazón hacia esta etapa inicial que viven nuestros misioneros y a querer apoyar en el desarrollo de un puente de llegada para nuestros misioneros. Entendimos que para hacer esto no podíamos imaginar la vida misionera desde casa, sino que debíamos vivirla nosotros mismos, desde el proceso de aplicación como misioneros, el levantamiento de fondos, la preparación, la salida de nuestro país, la llegada al campo y la permanencia allí. Nuestra intención es estar cerca de estos misioneros, entender sus realidades y acompañarlos con mayor cercanía.
Recientemente, Comibam publicó los resultados de un estudio que revelaron las emociones de nuestros misioneros en el campo. Cifras que reafirmaron nuestro llamado.
- Desarraigo: 37.3 %
- Desilusión: 40.5 %
- Frustración: 42.2 %
- Impaciencia: 39.5 %
- Soledad: 40.5 %
- Tensión por combinar el trabajo en la obra con su vida familiar: 84.8 %
- Pensamientos de suicidio: 38.4 %
David y yo tenemos el deseo de servir y traer más misioneros a Asia para llegar a aquellos lugares que aún no han sido alcanzados y que personas que nunca han tenido la oportunidad de escuchar hablar de Jesús puedan, al menos, escuchar su nombre una vez en su vida. Dios nos ha llamado a ser misioneros transculturales en Asia, aprendiendo sobre la cultura asiática, criando a nuestro hijo allí, comprendiendo las dificultades del ministerio en Asia, conociendo de primera mano los retos de la llegada de los misioneros y acompañando de forma más cercana a nuestros hermanos misioneros que han aceptado el llamado de Dios de llegar a estos lugares de difícil acceso. Otra parte de nuestro trabajo consiste en explorar las oportunidades y alternativas de sostenimiento de los misioneros. Hemos vivido en primera persona la dificultad de levantar fondos, que, si bien no queremos quitar la responsabilidad a la Iglesia y a las personas comprometidas con la misión de Dios, puede compartirse con otros medios de sostenimiento.
Nuestro objetivo principal es escuchar la voz de Dios y seguir sus pasos. Estamos seguros de que él nos indicará la ruta y abrirá las puertas donde él quiera. Mientras tanto, seguimos sirviendo a nuestro buen Dios en cada oportunidad que nos pone delante y oramos porque puedas unirte a nuestro deseo de ver cómo las naciones conocen a nuestro Señor y Salvador.